domingo, 1 de septiembre de 2013

El dragoncillo

EL DRAGONCILLO

Hace unos días soñé
que despertaba tumbado,
tumbado en un mar dorado,
y entonces me lo encontré.

Descubrí aquel dragoncillo
coronado de oro y fuego.
Y el corazón me dio un vuelco.
Era sutil, grácil, tibio.

Yo dragones ya había visto,
no entendía mi reacción.
Quise no hacerlo distinto
de los otros. Craso error.

Yo seguí andando y me fui,
Dragoncillo quedó atrás.

Y esa noche lo entendí,
no era un dragoncillo más.

Yo me negaba a aceptarlo
y me dolía al principio
dejarlo allí en aquel sitio
así que salí a buscarlo.

Y el reencuentro me impactó,
no soy capaz de explicarlo.
No me llegan las palabras
ni tampoco el corazón.

Era suave, dulce, tierno.
En sus tímidas respuestas
ladeaba la cabeza,
siempre estaba sonriendo.
Era humilde en su grandeza.
Distinto a cualquier dragón.
No sé cómo pude hacerlo,
el verlo de otra manera.
Se llamaba Resplandor.

Con sus ascuas de silencio,
responsables del incendio
que se me extendió en el pecho,
me marcó, fue más que yo.

Dependiente de su fuerza,
de esa llama tan intensa,
de la luz de aquella estrella,
no sé ser sin Resplandor.

Aunque pensándolo bien,
ahora que cuento yo esto,
no estoy muy seguro pero...
creo que no lo soñé.

(30/8/2013)